Florida llora hoy

La Florida debe su nombre al explorador español Juan Ponce de León que pisó estas tierras por primera vez en el año 1513.

Llegó en temporada de Pascua Florida y dio el nombre al nuevo territorio por esa coincidencia temporal. Pero es bonito pensar que, en consonancia con la alegría que el sol y la naturaleza regala a este sitio, no pudo encontrar otro nombre más adecuado que «tierra de flores».

Y esta tierra de flores, llamada también el «Sunshine State«, no se libra el día después de San Valentín que el sol parezca hoy más opaco. Y el resto de estados del país se una a su fría realidad.

Ayer 17 familias dejaron a sus hijas e hijos en el colegio. Algunos se despedirían con un beso, otros saldrían corriendo del coche porque llegaban tarde a clase, alguno se iría medio enfadado por una mini discusión de las que hay en cualquier familia a esas horas de la mañana. Y esos 17 chavales ya no están. Y esas 17 familias han quedado destrozadas para toda la vida.

¿Cómo se asume no volver a ver a tu hija o hijo porque un niño como el tuyo ha disparado en un colegio? No hay argumento que pueda explicar una barbaridad como ésta.

Y viendo las imágenes de Nikolas Cruz esposado, con una bata como la de los hospitales que con sus manos estrujaba por detrás, he sentido muchísima pena. Es una paradoja, lo sé. Ese mismo joven de 19 años pensó cómo hacer salir a sus ex-compañeros de las clases saltando la alarma de incendios y asesinó a 17.

No puedo evitar pensar que él mismo es una víctima de algo muy grande. Un llamado «derecho» a poder tener un arma como quien se compra una bicicleta y la aparca en el garaje.

Unas rutinas a las que ya se ha acostumbrado todo el mundo y que son difíciles de digerir cuando llegas de la otra parte del mundo pero que, al final, normalizas en tu vida porque esa realidad que te sonaba tan lejana ahora forma parte de lo cotidiano.

  • Que tus hijos sepan perfectamente qué es un red code y lockdown.
  • Que sepan cómo actuar si salta la alerta.
  • Que veas diariamente los colegios custodiados por la policía.
  • Que encuentres carteles en el hall del colegio con un «prohibido entrar con armas».
  • Que tú como madre te sorprendas a ti misma revisando qué puerta trasera del colegio no está suficientemente vigilada y dé acceso a un «intruso» armado.
  • Que tu hijo te diga camino del colegio que «la solución es que las taquillas del cole sean blindadas y grandes para que los niños puedan esconderse«.

Y mientras hay un riesgo real de masacre en cualquier colegio del país, existe la Asociación Nacional del Rifle a la que ha acudido hasta alguno de los ex-presidentes.

Y el Gobernador de Florida, Rick Scott, decía: «¿cómo prevenir que una persona con enfermedades mentales toque un arma? La violencia debe parar. No podemos perder a otro niño por la violencia en este país«.

Sé que la solución no es fácil, que hay una «tradición» de muchos años, una forma de entender los derechos de la ciudadanía, unas leyes y mil matices más; pero hay mucho que hacer desde la sociedad, el Gobierno y la legislación. Demasiada hipocresía e intereses económicos que se lleva vidas que acababan de empezar su camino. 

Mis pensamientos están con las víctimas de Parkland. Hubiera podido ser cualquier colegio. 

Podéis leer la crónica de Pablo de Llano, gran periodista corresponsal de El País en Miami.

 

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