Del color de la leche

Los libros me eligen de varias formas. Muchas veces (las que más) me salto los prólogos, las reseñas, la investigación de la autora o autor y me lanzo al vacío del título y la primera página. Esta vez tropecé milagrosamente con una frase de la prologista de ‘Del color de la leche‘, Valeria Luiselli:

«Desde que me quedé sin dioses, creo ferozmente en las pequeñas coincidencias. Si la coincidencia involucra a un libro, se triplica mi fervor»

Eso mismo me pasa a mí. Que me voy fijando en lo invisible y en las casualidades, que esta vez me han vuelto a disparar sobre la infancia de otra persona. Porque ese prólogo ha sido el culpable de llegar a la primera línea del libro. A la historia de Mary.

Una niña de quince años, hija de granjeros en la Inglaterra de 1830. Una niña con pelo del color de la leche y una discapacidad en la pierna. Su padre maldice cada uno de los días por haber tenido cuatro hijas y ningún hijo. El destino de Mary es una condena casi aceptada. Pero le pone en el camino la posibilidad de aprender a leer y a escribir. Y hasta aquí puedo contar sobre su historia que empieza o acaba así:

«éste es mi libro y estoy escribiéndolo con mi propia mano.

en este año del señor de mil ochocientos treinta y uno yo todavía estoy sentada al lado de mi ventana.

estoy cansada de hacer esto y me duele la muñeca de hacer esto.

pero me prometí a mí misma que escribiría la verdad y las cosas que pasaron. eso es lo que voy a hacer y mi pelo es del color de la leche.

y tardo más tiempo en escribir sobre algo que ha pasado que lo que tardó en pasar.

pero tengo que escribir rápido porque no tengo mucho tiempo.»

Y la historia paralela a Mary es su creadora, Nell Leyshon. Porque se reencarna en esa niña y escribe exactamente como ella lo haría, sin mayúsculas, sin florituras, ahorrando en palabras y con las palabras suficientes para asfixiarte en su mundo y en su destino. Y Nell Leyshon lo hizo en tres semanas. Ya de adulta. Porque en su etapa joven no escribía ni soñaba con dedicarse a ello, aunque se haya convertido en la primera mujer en cuatrocientos años que ha escrito para el teatro Shakespeare’s Globe de Londres.

En 2014 los libreros de Madrid eligieron su obra como la mejor novela de ese año. Y no me extraña. Es una rara avis. Como las casualidades que, a veces, hasta se entrecruzan. Durante un tiempo me han estado llevando a Galicia por varios caminos. Pero Galicia se mezcló con la infancia de Tambu, el protagonista de Malaherba. Y luego me tiró por los aires hasta llegar a Théo, el protagonista de Las lealtades. Así que últimamente buceo entre niñas y niños.

Leí el otro día que la infancia es un lugar que visitar para encontrar sosiego. Supongo que muchas veces lo es, pero quiero pensar que la infancia también es esa época sobrehumana capaz de pasar de puntillas por la perturbación.

2 comentarios en “Del color de la leche

  1. Últimamente sueño con acabar la tesis doctoral para volver a tener tiempo para la literatura. Sueño con leer una novelaza a la sombrita este verano, frente a la playa de la Barrosa, con mi copaza de Ribeiro en la terraza del Náutico de San Vicente. Creo que captas la imagen. Ve pensando qué novela me recomiendas. ¿Será esta?

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