Me despido con un hasta luego de una vida repartida en las dos ciudades más bonitas del mundo. En Barcelona dejé el mar, con el que me he reencontrado (aunque no sea el Mediterráneo, ¡el mejor!) y dejé personas vitales de las que no hay sustitución. Algunas ya no están y otras se vienen conmigo, aunque no vengan.
Madrid me recibió como solo ella sabe hacerlo. Con el desparpajo de las conversaciones improvisadas con la persona que se sienta a tu lado en el metro, con la luz de los atardeceres de otoño que te dejan sin aire, con esa vida en la calle que no acaba nunca y con amigos, de los de verdad, que me llevo en el corazón para toda la vida.
Aunque soy aventurera y este salto me ilusiona, es inevitable no verse subida en una noria emocional estos días. Despedidas de mi familia, de las personas con las que te has tropezado durante los años y de mis amigas del alma, todos compañeros de camino. Con nuestra historia detrás y con mucho compartido. Sé que no pierdo a ninguna de mis amigas porque tengo la suerte de que son auténticas y que vamos a seguir estando cerca. Aun así los sentimentales lo pasamos mal porque sabemos que ya no será tan fácil como levantar el teléfono y quedar esa misma tarde para arreglar el mundo.
Voy a echar de menos millones de cosas. Muchas de las que Laura, Anabel, Montse, Paloma, Nuria, Delia, Hari, Mar… mencionan en sus mensajes: cenas disfrutadas a tope, conciertos exprimidos, charletas con café, tertulias sobre libros, penas y alegrías. Hasta algunas de las que hemos despotricado y que nos apetecía hacer igual que tirarnos a un río en pleno diciembre pero que ahora, cuando la distancia te amenaza, hasta tienen gracia y sobre todo suman aun más valor del que ya tenían porque las compartiste con tu gente.
Tengo mucha suerte. Una suerte por cada amiga de las de verdad. Y creo que son muchas más de las que hubiera podido pensar. Por millones de valores y razones mis amigas son de lo más importante que tengo y cuidaré de ellas y ellas me cuidarán, como hemos hecho siempre. Porque como dice Violeta: “la tierra son las personas”. Barcelona y Madrid no serían lo que son si no me hubiera encontrado con todos esos amigos y gente cercana con la que una comparte su vida, con todo lo que la vida tiene dentro, que no es poco.
Ahora que cambio Madrid por Miami, con la sensación continua de que estoy de vacaciones y en unos días cojo el avión de vuelta, me ataca la nostalgia pero como dice Candela Peña en Princesas: “Que bonito que tú puedas sentir nostalgia. Eso significa que tienes recuerdos que merece la pena retener. ¿Sabes? Yo no tengo de esos. Bueno, no sé, tengo nostalgia de mis sueños, no sé, nostalgia de lo que sueño que va a pasar. ¿Entiendes? Oye… se puede tener de eso, ¿verdad?”.
Pues sí, es una suerte tener recuerdos y nostalgia, incluso de lo que nunca has tenido pero sueñas con conseguir.
Qué hermosas palabras, Neus! Primero fue Madrid y ahora Miami, pero me pongan tierra o todo un atlántico de por medio seguiré pensando en ti y en tu familia
Sonia
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¡Totalmente! querida amiga! No hay distancias ni kilómetros si alguien no quiere alejarse y nosotras lo hemos demostrado
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