Y no me refiero a la película de José Luis Garci. Me refiero a que con mis «30» años y con un padre profesor de autoescuela que me enseñó a conducir a los 16 o 17, haya tenido que volver a pasar por semejante momento coñazo.
Eso sí, en un día. Bueno, en casi uno, porque cuando me disponía a hacer el examen práctico empezó a tronar, así como truena de repente en Miami, anularon la prueba y vuelva usted mañana.
En lugar de los nosecuantos cientos (o miles) de euros que nos clavan en España por el carnet, el resumen económico del asunto es el que sigue.
Curso de dos horas de sopor teórico impartido por una señora con un power point sin un solo acento desde la primera slide hasta la última (lo juro) + examen on line, sí, ahí mismo en la misma aula del sopor amenizada, eso sí, con el aire acondicionado a toda castaña = 60 dólares.
Práctica de un rato, sin cálculo con rigor, sin presión; lo que el profesor considere, vaya + me dejas el coche de la autoescuela para hacer el examen en el parquing del mismo centro comercial en el que convive escuela de conductores y oficina de tráfico = 80 dólares.
Cola en la oficina de tráfico para presentar el aprobado del test teórico + foto con un fondo azul horroroso + examen a cargo de la persona más parecida a la Señorita Rotenmeyer de Heidi que he visto en mi vida + «psicotécnico«, es decir: mirar la fila 5 y decir las letras de la maquinita después de haber hecho el examen (ojo al dato) + la ansiada tarjeta de licencia de conducir de la Florida clase E = 45 dólares.
Ya eres alguien en EEUU. Felicidades. A continuación: las siete diferencias España vs USA.
NOMBRE DEL PERMISO. En España te sacas el permiso B, aquí el E.
EXAMEN TEÓRICO. En nuestra España querida te sientas en una mega-clase con mogollón de gente, tienes tropocientos ojos mirándote el cogote para que no copies y debes superar un test de 30 preguntas con menos de 3 fallos. Si haces 4, la has cagado. En el país de las oportunidades (eso dicen, yo no lo veo tan claro por ahora), tienes mi opción: tragarte la clase y hacer el test sentada cómodamente en una silla o, pagar menos y hacer el examen en la oficina de tráfico mencionada que se traduce en hacer el examen de pie, junto a 5 o 6 personas o, tantos ordenadores como haya en un rincón de la sala. Nadie vigilando y con el sonido de fondo de la gente haciendo las colas varias. Escojas la que escojas tienes 60 minutos, 50 preguntas de las que puedes ir «saltando» las que consideres (aunque volverán a ti después) y 40 aciertos. Tienes un marcador de tiempo, un contador de aciertos y errores y, cuando llegas a las 40 respuestas acertadas, el programa te da la enhorabuena y se acabó el suplicio. Te enfrentas a preguntas absurdas tanto en un lugar como en el otro. En mi caso he tenido que cambiar metros por pies, kilómetros por millas y asimilar expresiones en español raruno.
EXAMEN PRÁCTICO. En España tienes el soporte moral de llevar a tu profesor/a sentado detrás aunque te sirva para nada. En los Estados Unidos de América la tensión es mortal cual duelo. En mi caso con la señorita Rotenmeyer sentada de copiloto.
El profesor me había dicho: «tú, en cuanto entres, lo primero de todo, enciende el aire a tope para que el examinador se relaje y se sienta bien«. Rotenmeyer lo baja en cuanto pisa el coche. Me temí lo peor. Siguiente consigna del profesor: «aquí cuando tienes que hacer una maniobra de marcha atrás, tienes que girar el cuerpo y poner el brazo apoyado en el asiento del copiloto; eso lo valoran mucho. Y también vas a tener que hacer la maniobra de tres puntos«.
Eso de apoyar el brazo siempre me ha sonado a conductor chungo y posición incómoda a la par que absurda. No le metí el codo en el ojo de milagro, claro, no estoy acostumbrada a conducir como una garrula. En ese momento ya me temblaban las piernas.
Y la maniobra de tres puntos viene a ser el cambio de sentido sustituto de la clásica «U», o sea, la pirula de toda la vida. Y yo me pregunto a santo de qué consideran que eso es crucial para demostrar que sabes conducir y no vas a matar a nadie en la carretera. Si alguien tiene una explicación razonable que, por favor, la comparta.
Y después de no patear los 4 conos aparcando de cara, de la maniobra de los tres puntos, de hacerme frenar en cuatro Stops, de callejear un poco por el centro comercial y periferias; y, con la misma cara de palo con la que entró en el coche, Rotenmeyer salió y me dijo en perfecto castellano aséptico y con acento muy yanky: «está aprobada, lleve este papel a información».
Hice la última cola, devolví el coche a la autoescuela, salí con mi tarjetita en la boca como si Nadal mordiera la medalla de oro del Open de Australia y pillé el Uber de vuelta a casa para empezar horas más tarde la siguiente aventura: comprarme el coche y contratar el seguro.
To be continued.
Es muy bueno!!!que bien ya tienes carnet yanki…. Así me llevas de compras cuando valla a verte !!!
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Qué bien lo has descrito!!!
Neus, tú si tienes que conducir con el brazo en el asiento del copiloto, lo haces. Todo sea por la integración, aunque quede muy garrulo.
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